jueves, 24 de septiembre de 2009

Las gradas de la Romareda pueden convertirse en un mar de pañuelos

Hoy es de los días en los que uno siente que haberse equivocado podría ser lo mejor que a uno le sucede. Pero desgraciadamente no es así. El tiempo, ese juez que a casi todos nos pone en nuestro sitio, me ha hecho ver la pura y cruda realidad. Hablaba antes del inicio de la temporada, de las necesidades y carencias que el equipo tenía. Del valor de las incorporaciones y de su aportación. De lo larga que iba a ser la primera vuelta sin realizar incorporaciones, cuando realmente se pudieron hacer. Ahí están los artículos guardados para tirar de archivo.

Estamos al inicio de la temporada y el desánimo ya empieza a dar sus primeras muestras entre los aficionados aragoneses, que son quienes realmente siempre están al lado del equipo. “Los que nunca fallan”. Se les ha engañado con un proyecto poco ilusionante. Con unas perspectivas que difícilmente se van a poder cumplir. No me parece ético adelantarme a aventurar lo que pueda suceder allá por el mes de mayo y menos en los momentos en que el equipo da sus peores momentos de debilidad.

Pero si creo estoy en la obligación de opinar sobre la gestión de quienes están conduciendo el club hacia el destino que nadie queremos. Dije que para algunos serían interminables los días hasta llegar a la apertura del nuevo mercado de fichajes en invierno. Los primeros síntomas están aquí.

Es hora de dar explicaciones de por qué no se ha fichado lo que el entrenador quería y el equipo necesitaba. De por qué se agotó hasta última hora con la incorporación de Lafita, cuando se podría haber hecho antes y ahora estaría como un jugador más de la plantilla. De por qué no se va a cubrir la baja de Uche.

¿Para qué queremos tantas personas en los despachos? Realmente son necesarias? El futuro es poco esperanzador. Los responsables del club, han conducido al equipo hacia un terreno pantanoso en el que es difícil manejarse. Y no me vale que digan que en ese fango hay un grupo de equipos de un nivel parecido a nuestro Real Zaragoza. El objetivo del equipo ha de conseguirse por sus propios méritos. No pensemos en el error, de que, los deméritos de los demás serán la solución de nuestros problemas.

A los rectores del club les llueven los problemas. Y el tiempo pasa sin detenerse.
Esperemos que el tiempo todavía no nos traega ese frío que hace necesaria la ropa de abrigo y los famosos pañuelos. Porque de ser así, las gradas de La Romareda, pueden convertirse en un mar de pañuelos.

Y todos sabemos para quién son esos pañuelos.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un esperpento injusto para la afición

Me parece ridícula y esperpéntica la imagen que el Real Zaragoza ha dado en las últimas horas, antes del cierre de fichajes en el día de ayer. No valía para nada tener dos meses para trabajar en confeccionar una plantilla. Había que esperar hasta el último día y la última hora, para ver como se mueven en situaciones delicadas las personas que dirigen el Club. Y vaya que lo hemos visto.

Señores, para moverse así, mejor estar quietos. No fueron capaces de dar salida a ninguno de los jugadores que el entrenador creía que no debían estar con el grupo, excepto Antonio Hidalgo. Pero más grave. No han sabido entender las necesidades del equipo y menos todavía arreglarlas, a pesar de la demanda a voces del propio entrenador. Todos que seguimos al Real Zaragoza, sabemos que faltan jugadores claves para completar la plantilla. ¿Por qué no se han traído?

Ya dije hace unos días que dudaba de la aportación al equipo de algunos de los jugadores recién llegados. Tiempo al tiempo. Creo que el fracaso de no poder lograr fichar los jugadores que reclamaba el entrenador, no se puede ocultar desviando la atención hacia los fichajes que se hicieron a principio de la pretemporada.
Los dirigentes, han puesto al entrenador contra las cuerdas. En una situación que él jamás habría pensado que estaría. Sin fichajes y con unos cuantos jugadores a los que no querría ver cada mañana en los entrenamientos. Difícil papeleta.

Menos mal que la afición es sabia, entiende y seguro cuando llegue el momento, que seguro llegará, sabrá sobre quien cargar las culpas de los resultados.
Ante esta situación, ningún dirigente se ve capacitado para cesar a un entrenador ante una mala clasificación. Aunque ahora es tiempo de calor, vamos hacia el otoño, hacia el invierno, y el frío, seguro llegará hasta nuestra ciudad. Esos días de abrigo y pañuelos están al caer. Y la afición sacará los pañuelos cuando vengan mal dadas. Los pañuelos ya tienen amo y destino. Y ese no es el entrenador.
Que largo se va a hacer el otoño hasta el mercado de diciembre para algunos.